Por qué aparecen várices a temprana edad y cómo evitarlas

várices a temprana edad

Cada vez más personas jóvenes presentan várices visibles o molestias venosas sin entender por qué ocurren.

Lejos de ser un problema exclusivo de la madurez, la aparición temprana de várices refleja un conjunto de factores genéticos, hormonales y de estilo de vida que pueden prevenirse con un enfoque adecuado y atención profesional.

¿Por qué salen várices a temprana edad?

Aunque suelen asociarse con la vejez, las várices pueden desarrollarse en la juventud debido a una combinación de predisposición hereditaria y hábitos cotidianos. Las venas poseen válvulas que impiden el retroceso de la sangre; cuando se debilitan, la sangre se acumula y las venas se dilatan, volviéndose visibles bajo la piel.

Factores de riesgo principales

  • Predisposición genética. Si uno o ambos progenitores tienen várices, el riesgo de desarrollarlas antes de los 30 años es alto.
  • Sedentarismo o permanencia prolongada de pie. La falta de movimiento dificulta que los músculos impulsen la sangre de vuelta al corazón.
  • Exceso de peso. La obesidad o el sobrepeso aumentan la presión sobre las venas de las piernas.
  • Cambios hormonales y anticonceptivos. En mujeres jóvenes, las variaciones hormonales pueden debilitar las paredes venosas.
  • Ropa ajustada y calor. Ambas condiciones favorecen la dilatación venosa y la retención de sangre.

Estos factores explican por qué las várices pueden aparecer incluso en personas activas o menores de 25 años.

¿Qué pasa si soy joven y tengo várices?

Tener várices siendo joven no es un mero problema estético. A menudo señalan un fallo en el retorno venoso que, con el tiempo, puede agravarse si no se atiende.

Síntomas frecuentes

  • Pesadez o cansancio en las piernas, sobre todo al final del día.
  • Calambres nocturnos o sensación de hormigueo.
  • Hinchazón leve en tobillos o pantorrillas.
  • Venas azuladas o abultadas visibles bajo la piel.

Posibles consecuencias

Si no se tratan, las várices pueden evolucionar hacia insuficiencia venosa crónica. También generan incomodidad, limitan la práctica deportiva o el uso de determinadas prendas y afectan a la autoestima. En casos más avanzados pueden causar inflamación, irritación cutánea o incluso úlceras.

La detección temprana es clave: no conviene esperar a que las molestias sean intensas. Lo más recomendable es visitar a dermatólogos expertos que evalúen la causa y la extensión del problema, además de orientar sobre el tratamiento más eficaz.

Motivos más comunes de la aparición precoz de várices

Genética y debilidad de las válvulas venosas

Las personas con antecedentes familiares suelen tener válvulas menos eficaces, lo que permite el reflujo sanguíneo y la dilatación venosa. Este componente hereditario es el más determinante en la aparición temprana.

Sedentarismo y trabajos estáticos

Permanecer muchas horas sentado o de pie sin moverse impide la contracción de los músculos de la pierna, que actúan como “bomba” venosa. En jóvenes con jornadas laborales o académicas prolongadas, este factor es decisivo.

Peso corporal y alimentación

El sobrepeso ejerce presión sobre las venas de las extremidades inferiores, mientras que una dieta alta en sal o pobre en fibra favorece la retención de líquidos y la inflamación.

Factores hormonales

Los anticonceptivos orales, la pubertad y los cambios hormonales propios del ciclo menstrual pueden alterar la elasticidad de las paredes venosas y acelerar su deterioro.

Hábitos y entorno

  • Ropa muy ceñida que comprime las piernas o la cintura.
  • Calor excesivo o exposición frecuente a fuentes de calor (baños muy calientes, depilaciones térmicas, etc.).
  • Largas horas frente a pantallas sin pausas de movimiento.
  • Viajes prolongados sin movilidad adecuada.

¿Qué puedo hacer?

Aunque no se pueda modificar la genética, sí es posible reducir la carga sobre el sistema venoso y prevenir la progresión de las várices.

Medidas preventivas efectivas

  • Ejercicio regular. Caminar, nadar o montar en bicicleta activa el retorno venoso.
  • Evitar la inmovilidad. Si trabajas sentado o de pie, cambia de postura o camina unos minutos cada hora.
  • Control del peso. Mantener un índice de masa corporal saludable reduce la presión venosa.
  • Medias de compresión graduada. Favorecen el flujo sanguíneo y alivian la sensación de pesadez.
  • Ropa cómoda. Evita prendas demasiado ajustadas y calzado que altere la postura natural.
  • Descanso con las piernas elevadas. Elevarlas unos 15 cm por encima del corazón durante unos minutos mejora la circulación.
  • Alimentación equilibrada. Aumentar el consumo de frutas, verduras y fibra, y moderar la sal, ayuda a prevenir la hinchazón.

Cuándo acudir al especialista

  • Si notas venas abultadas o tortuosas que no desaparecen con reposo.
  • Si sientes pesadez, dolor o calambres recurrentes.
  • Si tienes antecedentes familiares de várices o insuficiencia venosa.
  • Si el aspecto o las molestias afectan a tu vida diaria.

El diagnóstico precoz y un plan personalizado marcan la diferencia. Un examen clínico y, si es necesario, una ecografía venosa permiten detectar el origen del problema y tratarlo antes de que se agrave.

Por eso, si observas síntomas o señales de várices a edad temprana, no las ignores. Acudir a profesionales a tiempo puede marcar la diferencia.

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