Cómo cuidar una cicatriz tras retirar los puntos

cuidar una cicatriz tras retirar los puntos

El momento de retirar los puntos marca el inicio de una fase crucial en la cicatrización cutánea. Aunque la herida haya cerrado externamente, los tejidos internos siguen reorganizándose y madurando durante semanas o meses.

El resultado final —una cicatriz discreta o una marca visible— depende en gran parte de cómo se cuide la piel tras la retirada de los puntos. Comprender el proceso biológico y aplicar cuidados específicos permite favorecer la regeneración del colágeno, reducir la inflamación y prevenir complicaciones estéticas.

¿Qué ocurre en la piel después de quitar los puntos?

Tras la retirada de los puntos, la herida entra en la fase de remodelación o maduración cicatricial.
Durante esta etapa, que puede durar entre 3 y 12 meses:

  • Las fibras de colágeno tipo III se sustituyen por colágeno tipo I, más resistente.
  • Disminuye la vascularización local, y la piel pierde el tono rojizo inicial.
  • Los fibroblastos reorganizan el tejido para reforzar la unión de la nueva dermis.
  • La epidermis recupera su función barrera, aunque sigue siendo más sensible a agentes externos.

Es un proceso dinámico en el que factores como la tensión de la piel, la exposición solar, la hidratación y la inflamación local pueden modificar el aspecto final de la cicatriz.

Cómo cuidar una cicatriz después de quitar los puntos

El cuidado posterior debe enfocarse en tres objetivos principales:

  1. Proteger la piel recién cerrada.
  2. Favorecer la regeneración del tejido.
  3. Minimizar la respuesta inflamatoria y la pigmentación.

A continuación se detallan las medidas más eficaces respaldadas por la evidencia clínica.

1. Mantener la zona limpia y protegida

Durante los primeros días tras retirar los puntos, la piel aún es frágil.

  • Limpieza: utilizar agua tibia y un limpiador suave con pH fisiológico, evitando frotar.
  • Secado: hacerlo con una gasa estéril mediante suaves toques, sin arrastrar.
  • Protección física: cubrir la zona con apósitos de silicona o gasas hipoalergénicas si existe riesgo de fricción con la ropa.
  • Evitar la humedad prolongada: no mantener la piel mojada ni aplicar cremas oclusivas sin indicación médica.

Estos cuidados iniciales reducen el riesgo de maceración, infecciones y retracción del tejido cicatricial.

2. Hidratación continua: base del cuidado

La hidratación es esencial para una cicatrización armónica. Una piel seca se retrae, se agrieta y forma una cicatriz más visible. Los dermatólogos recomiendan aplicar productos que contengan:

  • Pantenol o dexpantenol: acelera la regeneración epidérmica.
  • Ácido hialurónico: mantiene la humedad y mejora la elasticidad del tejido.
  • Alantoína: suaviza y reduce la sensación de tirantez.
  • Extracto de centella asiática: estimula la producción de colágeno y actúa como antiinflamatorio natural.

La aplicación debe realizarse con movimientos suaves, dos veces al día, sin ejercer presión ni fricción excesiva.

3. Protección solar rigurosa

El sol es uno de los principales enemigos de una buena cicatrización.
La radiación ultravioleta puede inducir hiperpigmentación postinflamatoria, dando lugar a manchas oscuras que tardan meses en desaparecer.

Medidas recomendadas:

  • Usar protector solar SPF 50+ durante al menos 12 meses.
  • Aplicarlo incluso en días nublados o si la cicatriz está parcialmente cubierta.
  • En cicatrices recientes, reforzar la protección con apósitos o ropa opaca.
  • Evitar el uso de autobronceadores o exposición directa en cabinas de rayos UVA.

Esta medida preventiva es especialmente importante en pieles mediterráneas o propensas a la pigmentación.

4. Masaje terapéutico de la cicatriz

El masaje cicatricial ayuda a remodelar el tejido y mejorar la elasticidad de la piel.
Debe iniciarse una vez la herida esté completamente cerrada y sin costras, bajo indicación médica.

Beneficios:

  • Favorece la alineación del colágeno en la dirección correcta.
  • Reduce la sensación de tirantez o picor.
  • Previene la formación de adherencias o retracciones.

Cómo realizarlo:

  • Aplicar una crema hidratante o aceite regenerador.
  • Realizar movimientos circulares y lineales, con presión moderada.
  • Dedicarse unos 5–10 minutos, una o dos veces al día.

Los fisioterapeutas especializados en cicatrices pueden orientar sobre técnicas de masaje más avanzadas (drenaje, presión cruzada o movilización miofascial).

5. Uso de parches o geles de silicona

Los párpados de silicona médica son uno de los tratamientos más respaldados por la literatura científica para prevenir cicatrices hipertróficas o queloides.

Actúan creando una barrera semipermeable que:

  • Mantiene la hidratación adecuada del estrato córneo.
  • Disminuye la actividad de los fibroblastos excesivos.
  • Atenúa el enrojecimiento y el relieve de la cicatriz.

Indicaciones prácticas:

  • Utilizarlos una vez retirada completamente la sutura y sin signos de infección.
  • Mantenerlos entre 12 y 24 horas al día durante varios meses.
  • Cambiarlos según las indicaciones del fabricante o del dermatólogo.

Los geles de silicona ofrecen el mismo beneficio con una textura más ligera para zonas visibles o articulaciones.

6. Control de la tensión cutánea

La tensión mecánica sobre una herida influye directamente en el aspecto final de la cicatriz.
Cuando los bordes de la herida están sometidos a tracción (por movimientos, gesticulación o roce), se estimula una respuesta fibrosa exagerada.

Medidas para reducirla:

  • Evitar ejercicios o posturas que estiren la zona.
  • En áreas de movimiento (rodillas, abdomen, codos), utilizar tiras de refuerzo adhesivas durante las primeras semanas.
  • No retirar costras prematuramente ni rascar.

Un control adecuado de la tensión cutánea mejora la calidad del colágeno depositado y disminuye la posibilidad de cicatrices anchas o sobreelevadas.

7. Alimentación y hábitos que favorecen la cicatrización

El proceso de reparación tisular requiere nutrientes esenciales:

  • Proteínas de alta calidad: presentes en carnes magras, pescado, legumbres y huevos.
  • Vitamina C: necesaria para la síntesis de colágeno (cítricos, kiwi, pimiento rojo).
  • Zinc y cobre: intervienen en la regeneración celular.
  • Ácidos grasos omega-3: reducen la inflamación (pescado azul, nueces).

Además:

  • Evitar el tabaco y el alcohol, que disminuyen la oxigenación tisular.
  • Mantener una hidratación adecuada (1,5–2 litros de agua diarios).

Una nutrición equilibrada favorece la reparación de la piel desde el interior y mejora la resistencia del tejido cicatricial.

¿Cómo hacer para que no quede cicatriz?

Evitar por completo una cicatriz no es posible, pero sí se puede minimizar su visibilidad y obtener un resultado estético óptimo.

La calidad final depende de tres factores:

  • El tipo de herida y su localización.
  • La técnica de sutura y cuidados postoperatorios.
  • La respuesta individual del organismo.

Sin embargo, la dermatología actual dispone de múltiples estrategias para optimizar el resultado.

1. Tratamientos con láser fraccionado o luz pulsada

Una vez la cicatriz está estabilizada (3–6 meses), los tratamientos con láser fraccionado no ablativo pueden mejorar notablemente su textura y color.

  • Láser CO₂ fraccionado o Er:YAG: estimulan la producción de nuevo colágeno y alisan irregularidades.
  • Luz pulsada intensa (IPL): reduce el enrojecimiento y mejora la uniformidad del tono.

Estos tratamientos deben realizarse bajo supervisión dermatológica, con protocolos adaptados a cada tipo de piel.

2. Microinyecciones de corticoides o fármacos moduladores

En cicatrices hipertróficas o queloides, el exceso de colágeno se puede controlar mediante infiltraciones locales de triamcinolona u otros moduladores fibroblásticos.

Su objetivo es:

  • Aplanar el relieve de la cicatriz.
  • Disminuir la inflamación local.
  • Evitar el prurito o el dolor asociado.

Generalmente se requieren varias sesiones, espaciadas entre 3 y 6 semanas.

3. Terapia con microagujas (microneedling)

El microneedling o inducción de colágeno mediante microagujas crea microperforaciones controladas que estimulan la regeneración dérmica.
Se utiliza con frecuencia en cicatrices quirúrgicas planas o atróficas.

  • Favorece la síntesis de colágeno tipo I y elastina.
  • Mejora la uniformidad de la piel.
  • Permite la aplicación simultánea de principios activos (ácido hialurónico, vitaminas, péptidos).

Los resultados suelen observarse tras 3–5 sesiones.

4. Peelings químicos médicos

Los peelings superficiales o medios, realizados por dermatólogos, ayudan a mejorar el color de la piel y reducir pequeñas irregularidades.

Principales activos:

  • Ácido glicólico o láctico: favorecen la renovación celular.
  • Ácido tricloroacético (TCA): mejora la textura en cicatrices postquirúrgicas.
  • Retinoides: estimulan la regeneración epidérmica y controlan la pigmentación.

Estos procedimientos deben adaptarse al fototipo y al grado de madurez de la cicatriz.

5. Tratamientos con radiofrecuencia fraccionada o plasma rico en plaquetas

Técnicas más recientes como la radiofrecuencia fraccionada o el plasma rico en plaquetas (PRP) promueven una cicatrización más uniforme y reducen el enrojecimiento residual.

  • La radiofrecuencia produce calor controlado que reorganiza las fibras de colágeno.
  • El PRP, obtenido de la propia sangre del paciente, contiene factores de crecimiento que estimulan la reparación tisular.

Ambas opciones forman parte de los protocolos avanzados de medicina en estética corporal aplicados por dermatólogos para optimizar el aspecto final de la piel tras una cirugía o lesión.

Factores que predisponen a una cicatrización inestética

Algunas características individuales aumentan el riesgo de cicatrices visibles o patológicas:

  • Predisposición genética a queloides.
  • Tensión cutánea elevada en zonas de articulación o movilidad constante.
  • Infecciones o hematomas durante la cicatrización.
  • Deficiencias nutricionales o estados inflamatorios crónicos.
  • Fototipos oscuros, con mayor tendencia a la hiperpigmentación postinflamatoria.

En estos casos, el control dermatológico periódico y los tratamientos preventivos con silicona o láser precoz son fundamentales.

Importancia del seguimiento médico

Una cicatriz es un tejido vivo en constante evolución. El control por parte de un dermatólogo especializado en cicatrización permite detectar de forma temprana irregularidades o signos de inflamación excesiva. Además, puede ajustar el protocolo de cuidado según la localización, tipo de piel y respuesta individual.

El seguimiento profesional evita la cronificación de problemas estéticos y asegura una recuperación funcional y armoniosa de la piel.

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